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Pese a que queramos evitarlo, los conflictos con la empleada del hogar no son nada extraterrestre y todos somos susceptibles de sufrir algún desencuentro con nuestro servicio doméstico, especialmente cuando se trata de personas que conviven con nosotros de una manera constante.

Es posible que desde un primer momento no exista ese entendimiento o ese feeling que buscábamos con nuestra empleada del hogar o puede que el amor más profundo haya llevado al desamor más odioso, cuando hemos olvidado nuestros roles empleador-trabajador y hemos sobrepasado la fina barrera de la relación laboral a la relación personal.

Sea como fuere, existen muchas causas que nos pueden llevar a un desentendimiento y posterior conflicto con nuestra empleada del hogar, situaciones incómodas, relaciones tensas, con un común desenlace amargo de despedida. Frente a esta situación, ¿qué podemos hacer?

Desde luego, si todos estos problemas ya te han sobrevenido y encuentras una situación difícilmente sostenible en el hogar con tu trabajadora, poco podemos hacer ya. Si la relación con nuestra trabajadora está comenzando a fraguarse, o en cambio ya ha  madurado y empezamos a encontrar problemas, aún estamos a tiempo de poner medios. Y por supuesto, si estás pensando en contratar tu servicio doméstico, no puedes perderte los consejos que te desde Interdomicilio te proporcionamos para que la relación con tu trabajadora sea totalmente saludable.

5 consejos para evitar conflictos con tu empleada del hogar

El primer paso para evitar conflictos con tu empleada del hogar es indiscutiblemente, seleccionar bien a tu trabajadora.

En Interdomicilio solemos reiterar que no existen personas “buenas” o “peores”, sino que cada familia es un mundo con unas necesidades totalmente diferentes, unas preferencias que distan kilómetros de otras y la adaptación de una persona y entendimiento con los miembros del hogar depende de ambas partes. Conoce más en “¿Cómo elegir a tu empleada del hogar?

Exigencia, pero hasta cierto punto.

Entiende que para una persona que jamás ha estado en tu domicilio y desconoce tus preferencias, va a resultar complicado conocer cómo te gusta que quede la situación del hogar, qué tareas son prioritarias frente a otras e incluso aspectos más minuciosos como por ejemplo, el gusto a la hora del orden en los armarios, el doblaje de la ropa o el planchado.

Críticas constructivas frente a regañinas.

A la hora de indicar a la empleada del hogar como puede mejorar ciertos aspectos de su trabajo, es importante que no nos acojamos a una actitud déspota, ni que tampoco interrumpamos su trabajo de manera constante para decirle lo que tiene y no tiene que hacer. Una trabajadora que se encuentra cómoda desarrollando su trabajo y que es instruida para hacer las cosas cómo a ti te gusta, sin regañinas ni recriminaciones, vale millones.

A tiempo, todo es mejor.

También podemos encontrarnos con que la trabajadora, pese a nuestras pautas iniciales, desarrolle alguna tarea de manera que no nos guste o nos incomode. Como decíamos antes, es importantísimo que no inculquemos la cultura de la regañina, ni tampoco que callemos todos aquellos aspectos que no nos gustan de la trabajadora, para que llegue el día en el que cada granito de arena haya construido un montón por el que prescindir de sus servicios de la noche a la mañana. Comenta cada aspecto a tiempo, sin dejar nada en el tintero, siempre desde el respeto y de manera profesional.

Vida profesional vs Vida Personal.

Unas de las actitudes que suelen acabar con cantidad de relaciones profesionales (y no solo en el binomio empleador-servicio doméstico), es sobrepasar los límites entre ámbito profesional y personal. Es común el dicho de no mezclar el dinero y el amor, ni tampoco la amistad con el dinero, aspecto que podríamos extrapolar perfectamente al caso que nos ocupa. Establecer una relación personal de afecto profundo hacia nuestra empleada del hogar, puede llevarnos a encontrar una gran amistad, pero también puede hacernos perder a nuestra empleada del hogar.

Desde luego no queremos decir que no se pueda establecer relación con la empleada, ni que esto sea un delito (más bien al revés), pero siempre con cautela y teniendo en cuenta los roles de ambas personas en la relación. La dejadez, la pérdida de la profesionalidad generada por la confianza, y el fuerte compromiso personal que une a las partes puede dar al traste con la relación, no solo laboral, también personal.

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