Descongelar el congelador de la nevera

Descongelar el congelador de la nevera

El congelador forma parte de uno de los electrodomésticos totalmente imprescindibles hoy en día. Como todos, requiere un mantenimiento, en este caso un tanto especial por las condiciones que en su interior guarda. Veamos por qué es tan importante quitar el hielo del congelador y cómo hacerlo.

¿Por qué se genera hielo en el congelador?

El hielo en el congelador se forma debido a la humedad ambiental, es decir, cada vez que abrimos la puerta del electrodoméstico, el aire caliente y húmedo del exterior entra en contacto con las superficies frías del interior. Esta humedad se condensa rápidamente y, al alcanzar temperaturas bajo cero, se transforma en pequeñas capas de hielo que se van acumulando con el paso del tiempo.

Además de la apertura frecuente de la puerta, existen otros factores que favorecen la aparición de hielo, como introducir alimentos aún calientes, almacenar productos sin tapar correctamente o una mala colocación de los cajones que dificulte la correcta circulación del aire frío. Incluso una goma de la puerta deteriorada o sucia puede permitir la entrada constante de aire húmedo, acelerando considerablemente la formación de escarcha.

Por este motivo, aunque la generación de hielo en el congelador es un proceso prácticamente inevitable a largo plazo, sí es posible ralentizarlo. Para ello, conviene evitar aperturas innecesarias, asegurarse de que la puerta cierre de forma completamente hermética y mantener una correcta organización de los alimentos en el interior del aparato.

¿Por qué es necesario descongelar el congelador?

Como decíamos, es normal que en el congelador se formen placas de hielo que acaban cubriendo sus paredes interiores. El problema aparece cuando esta acumulación se vuelve excesiva, ya que el hielo actúa como un aislante térmico que impide que el frío se distribuya de manera uniforme. Esto provoca que los alimentos no alcancen ni mantengan las temperaturas óptimas para su correcta conservación.

De hecho, se calcula que la presencia de placas de hielo puede provocar que la temperatura efectiva del congelador aumente hasta 5ºC, obligando al motor a trabajar más para compensar esa pérdida de frío. Esta situación no solo afecta a la calidad de los alimentos, sino también al rendimiento general del electrodoméstico.Por qué se genera hielo en el congelador

Por cierto, debes saber que para evitar la total descomposición de los alimentos, estos deberían conservarse a -30ºC. Sin embargo, los congeladores domésticos están diseñados para mantener una temperatura aproximada de -18ºC, suficiente para ralentizar la descomposición, pero no para detenerla por completo.

Por ello, los alimentos no pueden almacenarse de forma indefinida en el congelador, especialmente si la acumulación de hielo impide que el aparato funcione correctamente. A esto se suma otro efecto importante: cuando hay demasiado hielo, el congelador consume más energía, el motor se fuerza y, como consecuencia, se reduce la vida útil del electrodoméstico.

¿Y si tengo un aparato de descongelación automática?

Muchos congeladores modernos indican que “no necesitan descongelación” porque cuentan con sistemas de descongelación automática o tecnología No Frost. Sin embargo, conviene no confiarse en exceso. Estos aparatos pueden llegar a consumir hasta un 35% más de energía que los modelos de descongelación manual, precisamente por los ciclos automáticos que realizan para eliminar la escarcha.

Además, este tipo de sistemas tiende a absorber parte de la humedad de los alimentos, lo que puede afectar a su textura y calidad con el paso del tiempo. Por este motivo, aunque el congelador sea No Frost, también es recomendable realizar una descongelación manual ocasional, especialmente cuando se detecta una acumulación de hielo de unos 5 mm o un funcionamiento menos eficiente del aparato.

¿Con qué periodicidad debo descongelar el congelador?

De manera general, se recomienda descongelar el congelador al menos una vez al año. No obstante, esta periodicidad puede variar en función del uso, la antigüedad del electrodoméstico y las condiciones de la cocina. Si el congelador se abre con frecuencia o presenta problemas de cierre, será necesario hacerlo con mayor regularidad.

Lo más aconsejable es revisar periódicamente el interior y actuar en cuanto se detecten placas de hielo excesivas, ya que suelen estar provocadas por filtraciones de aire o por un uso inadecuado del aparato. Una descongelación a tiempo no solo mejora la conservación de los alimentos, sino que también ayuda a ahorrar energía y a prolongar la vida útil del congelador.

Descongelar el congelador en 6 pasos

Y ahora sí, entramos en la parte práctica. Descongelar el congelador correctamente es un proceso sencillo si se siguen unos pasos claros, evitando riesgos y asegurando que el electrodoméstico vuelva a funcionar de forma eficiente. Te explicamos cómo hacerlo paso a paso.

1. Apaga el aparato y retira todos los alimentos. Antes de comenzar, desconecta el congelador de la corriente eléctrica y vacíalo por completo. Coloca los alimentos en recipientes térmicos, bolsas isotérmicas o neveras portátiles con hielo, y mantenlos en las zonas más frías de la casa. Si es posible, realiza este proceso en invierno o en momentos del día con menor temperatura ambiental. Retira también bandejas, cajones o baldes y deja la puerta abierta para facilitar la descongelación.

Descongelar el congelador en 6 pasos

2. Una vez vacío, existen diferentes métodos para eliminar el hielo acumulado. Puedes dejar que se derrita de forma natural, aunque este sistema suele ser el más lento. Si necesitas acelerar el proceso, es útil colocar recipientes con agua caliente dentro del congelador, ya que el vapor ayuda a despegar las placas de hielo. Otra opción es utilizar un secador de pelo, siempre con extrema precaución: no lo acerques demasiado a las paredes, evita el contacto con el agua acumulada y mantén el cable lejos de la humedad. Sea cual sea el método elegido, coloca papel de periódico, toallas o papel absorbente en la parte inferior del frigorífico para evitar charcos.

3. Cuando el hielo empiece a ablandarse, ayúdate de un paño humedecido en agua caliente para frotar suavemente las superficies o utiliza una espátula de plástico. Es muy importante no emplear cuchillos, destornilladores u objetos puntiagudos, ya que podrías dañar el circuito interno del congelador, provocar fugas de gas o estropear definitivamente el aparato. A medida que el hielo se desprenda, ve retirando el agua con papel absorbente.

4. Una vez eliminado todo el hielo y el agua, es el momento de limpiar. Limpia las paredes interiores del congelador con una mezcla de bicarbonato y agua, ideal para desinfectar y eliminar malos olores sin dañar las superficies. Seca cuidadosamente con un trapo limpio. Para las baldas, cajones o compartimentos extraíbles, utiliza agua templada y un poco de jabón neutro. Asegúrate de secarlos bien antes de volver a colocarlos, ya que la humedad favorece la aparición de nueva escarcha.

5. Con el interior completamente limpio y seco, vuelve a conectar el congelador a la corriente eléctrica y cierra la puerta. Espera unos 15 minutos para que el aparato recupere la temperatura adecuada antes de introducir de nuevo los alimentos, asegurando así una correcta conservación desde el primer momento.

6. Aprovecha para revisar el estado de la goma de la puerta y la organización interior. Un buen sellado y una correcta colocación de los alimentos ayudan a retrasar la formación de hielo y mejoran la eficiencia energética del congelador.

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A continuación, te dejamos unos pequeños consejos para mantener tu frigorífico en condiciones óptimas, tanto por dentro como por fuera.

Trucos para limpiar por dentro y por fuera un frigorífico

En Interdomicilio hemos elaborado una serie de trucos para que el mantenimiento de tu frigorífico sea una cosa de niños.

    • Empezamos por lo más importante: la limpieza. Mantener la nevera en buen estado de higiene, limpiar los derrames en cuanto se producen y revisar la goma de la puerta para evitar la acumulación de moho que permita la fuga de frío son hábitos básicos para su correcto funcionamiento.
    • Establece una rutina de mantenimiento cada quince días, dedicando unos minutos a revisar el interior y el estado general del frigorífico.
    • La limpieza interior es esencial, pero la limpieza exterior también importa. Limpia la parte trasera del frigorífico al menos tres veces al año para evitar la acumulación de polvo y garantizar que su rendimiento energético no se vea reducido.
    • Comprueba de forma periódica el estado de los alimentos revisando las fechas de caducidad. Un truco muy útil es colocar los productos con vencimiento más cercano en la zona delantera o próxima a la puerta, para tenerlos siempre a la vista.
    • Utilizar recipientes herméticos para conservar los alimentos es una de las opciones más seguras y prácticas, ya que evita derrames, reduce olores y resulta más sostenible que el uso de papel de aluminio o film transparente.
    • Antes de guardar comida ya cocinada, asegúrate de que esté completamente fría. Introducir alimentos calientes favorece la proliferación de bacterias y altera la temperatura interior. Por este y otros motivos, como los cambios estacionales, conviene revisar con frecuencia la temperatura, que debe mantenerse entre 4 y 5 grados.
    • Las sobras de comida no deberían conservarse en el frigorífico más de cuatro días, incluso aunque se encuentren en buen estado.
    • Si la vivienda va a permanecer vacía durante varios días, lo más recomendable es dejar el frigorífico limpio y vacío, desconectado y con la puerta abierta, para evitar la aparición de hongos, bacterias y malos olores.
    • Para evitar los olores, existen numerosos trucos caseros muy eficaces: colocar un recipiente con bicarbonato (que además ayuda a reducir la humedad), un vaso con zumo de limón, medio limón con clavos incrustados, una manzana, café molido o incluso una rebanada de pan seco.

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