El dolor es un fenómeno sumamente complejo causado por mecanismos neuropatológicos o por estímulos nocivos sensoriales que afecta a todos los seres humanos a lo largo de su vida. Si bien es verdad que puede proceder de una patología o disfunción concreta, también puede aparecer como crónico. Aún siendo considerado como algo subjetivo que se modifica por la memoria individual y emociones de los sujetos, el dolor crónico debe tratarse como una enfermedad en sí misma, según la directora de la Fundación Grünental, Isabel Sánchez Magro.
Tengas la edad que tengas, el dolor puede estar presente
El colectivo más susceptible de sufrir este dolor crónico es el de las personas mayores. En la Europa de los 27, alrededor de un 17% de la población son ciudadanos que superan los 65 años y las estimaciones para el 2030 revelan que este porcentaje aumentará hasta el 30%. Aún así, esta patología no debe achacarse como una consecuencia normal del envejecimiento y pensar que los ancianos sufren menos al padecerlo.
Esta enfermedad posee una repercusión en las personas más allá del mero dolor, teniendo un importante alcance psicológico. Alteraciones del sueño, cansancio prologando, fatigas, depresión así como una progresiva pérdida de la independencia por la dificultad de realizar las tareas diarias son algunas de las consecuencias potenciales. La pérdida de contactos, aislamiento y dejación de las actividades comunitarias pueden derivar en marginación social que agravaría aún más su situación.
De esta forma, la calidad de vida de nuestros mayores puede verse considerablemente mermada. El dolor crónico puede acarrear un importante sufrimiento para nuestros ancianos. Por eso, el alivio del dolor es reconocido como derecho fundamental con las implicaciones morales y éticas que acarrea, por la Comisión Permanente de Naciones Unidas y por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Hay que ofrecer ayuda para las situaciones complicadas
Según afirma la directora de Grünental, para conseguir paliar las consecuencias de estas patologías se debe mantener un importante apoyo a la biomedicina además de mejorar la oferta terapéutica. Pero no solo debemos esperar a que estos avances mejoren la calidad de vida de nuestras personas mayores. En nuestras manos está ofrecer nuestra ayuda como soporte a la salida de estas complicadas situaciones psicológicas y como puente a una situación mejor. Nuestra atención se revela así como algo fundamental, pero no siempre somos capaces de permanecer a la vera de nuestros seres queridos las 24 horas del día.
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