demencia-y-emociones

La demencia se define como un proceso físico y degenerativo de las células del cerebro. Se caracteriza por la afección a las funciones cerebrales superiores, las cuales controlan los procesos mentales básicos de pensar, razonar y aprender.

La demencia es una enfermedad degenerativa progresiva

Esta patología se manifiesta como un proceso comúnmente progresivo y que produce trastornos severos en la memoria y otras funciones psicológicas como el lenguaje, la creación de juicios o abstracción.

La demencia se caracteriza por proliferar conforme la edad de una persona va avanzando. Algunas investigaciones demuestran que cada año que pasa tras pasar la barrera de los 65 años de edad, las probabilidades de sufrir este tipo de patologías se duplican. De esta forma, las personas entre 65 y 70 años están expuestas a una probabilidad del 2% mientras que las que se encuentran entre 80 y 90, poseen en torno un 20%.

Tal y como se ha mencionado anteriormente, la demencia es un proceso de degeneración física y nada tiene que ver con trastornos psicológicos. Por ello, las personas que la padecen son plenamente conscientes de la persistente pérdida de sus habilidades para recordar o capacidades para desenvolverse en su día a día. Esto, provoca relevantes daños colaterales psicológicos, como sentimientos continuados de frustración, impotencia, depresión o ansiedad. Además, se puede dar una disminución de sus inhibiciones como consecuencia de la enfermedad así como mayor grado de sensibilidad y una mayor expresividad de sus emociones.

¿Qué tratamientos existen?

El tratamiento de una persona con demencia debe caracterizarse por mantener unas rutinas y horarios bien establecidos y marcados, de forma que el paciente se sienta seguro. No es en absoluto aconsejable romper esas rutinas o llevarle a un lugar que desconoce puesto que se sentiría desubicado y podrían proliferar sensaciones de angustia o ira. También es necesario reiterar las indicaciones o descripciones que le marcamos las veces que haga falta sin malas caras o con irritación latente. Es fundamental mostrar cariño hacia ellos.

Si bien es totalmente beneficioso mantener estas rutinas diarias para los enfermos, no lo es en absoluto para las personas que encargan de su cuidado de forma continuada. Son los familiares quiénes comúnmente deben arrastrar su vida cotidiana junto con la del enfermo, adaptándose a las condiciones impuestas por la patología. Este hecho, puede romper fácilmente con toda vida laboral, social, familiar del cuidador generando importantes trastornos psicológicos que pueden llegar a trasladarse al enfermo, mermando el estado de la enfermedad y las relaciones personales entre el cuidador y el paciente. Debemos recordar, que los enfermos de demencia tienden a imitar las emociones de las personas que los rodean.

Si te encuentras al cargo de una persona con demencia u otra enfermedad que te impida desarrollar tu vida con total normalidad, puedes contar con los profesionales en el cuidado de ancianos de Interdomicilio. Si lo deseas, puedes llamarnos y solicitar información sin ningún compromiso.

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