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Durante hace ya tiempo, los científicos se vienen preguntando cuál es la causa del envejecimiento, y si este se produce de manera independiente en los diferentes órganos del cuerpo o si existe algún elemento que lo regula por sí solo. Ahora, estudios recientes han sacado a la luz del conocimiento popular que la existencia de una proteína llamada SIRT1 presente en el cerebro ralentiza el proceso de envejecimiento.

La felicidad promueve y aumenta la esperanza de vida

La investigación publicada en la revista científica Cell Metabolism se llevó a cabo sobre una muestra de ratones y reveló que la presencia de dicha proteína promueve la actividad neuronal en el hipotálamo desencadenando cambios físicos radicales e incrementando el vigor y la longevidad. De esta forma, los ratones con 12 meses (equivalente a 70 años en humanos), transformados genéticamente para producir un exceso de SIRT1, mostraban la misma actividad que los sujetos de 5 meses mientras que los que carecían de esta alteración artificial presentaban una disminución de fuerza y tamaño muscular así como una reducción de la capacidad de aprendizaje. También se observó un retraso en la edad de mortalidad en los roedores con cáncer manipulados. Las pesquisas de la investigación inducen a pensar que si el efecto comprobado en ratones fuera el mismo en humanos, hablaríamos de un aumento de esperanza de vida de 13  años en mujeres y 7 en hombres.

En este punto, te preguntarás: ¿Pero qué relación existe entre esa proteína y nuestro estado de ánimo? Pues bien, como ya se ha comentado antes, la proteína SIRT1 se encuentra en el hipotálamo que es la zona del cerebro encargada de regular la vida emocional así como las funciones vegetativas. Es decir, que todas nuestras sensaciones y sentimientos provienen de esta pequeña parte situada en el encéfalo anterior: desde nuestra sensación de apetito, nuestra temperatura, nuestro estado de humor hasta el comportamiento sexual. El hipotálamo es pues el encargado de construir entre otras, nuestras sensaciones de felicidad, y la proteína SIRT1 es la encargada de que esa actividad no decaiga.

¡Debemos vivir más felices para tener una mayor calidad de vida!

De forma paralela, más de 160 investigaciones científicas acerca de la relación entre buen estado de ánimo mental y la longevidad afirman haber encontrado pruebas convincentes de que las personas que más felices son las poseen mayor esperanza de vida. Los estudios se desarrollaron en torno a ocho tipos diferentes de pruebas sobre animales y humanos en largos periodos de tiempo. Como ejemplo, uno de los análisis se centró en investigar el comportamiento de 5000 estudiantes universitarios durante más de 40 años. El resultado fue que los más pesimistas tendieron a morir de manera más pronta mientras que los más optimistas redujeron sus niveles de hormonas conectadas con el estrés y reforzaron su función inmunológica. Las conclusiones fueron tan reveladoras que los científicos defienden la conexión  entre la esperanza de vida y la felicidad explicando que las pruebas son incluso más convincentes que aquellas que relacionan la obesidad con la mortalidad, según afirma un artículo publicado en Applied Psychology: Health and Well-being.

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