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Todas las personas necesitamos un mínimo de tiempo de exposición al sol, puesto que es el principal proveedor de vitamina D, aquella que nos ayuda a absorber el calcio tan necesario para nuestros huesos. Pero esta necesidad de exposición es mínima en comparación con la que en realidad acabamos soportando.

La mayoría de personas acumulan entre el 50% y el 80% del total de exposición al sol a lo largo de toda la vida antes de cumplir 18 años.

La melanina es la primera fuente de protección contra el sol. Esta sustancia química absorbe los primeros rayos que nos pueden ser dañinos y a la vez, es la que nos proporciona ese “color” que tanto nos gusta adoptar en verano. Pero incluso ese bronceado con aspecto saludable puede provocarnos enfermedades cutáneas.

Seguramente, ya conocías gran parte de esta información, puesto que en los últimos años, con el progresivo desgaste de la capa de ozono y los perjuicios que ello conlleva para nuestra salud, los medios de comunicación han bombardeado nuestras televisiones todos los veranos con la insistencia de lo importante que es la protección de la crema solar.

Ya han desaparecido los reportajes playeros en los que los protectores solares y las sombrillas reinaban por su ausencia en los asaderos de las repletas playas españolas. Ahora, la población esta concienciada de la importancia de protegerse con este tipo de productos, y no solo una vez, sino de manera continuada durante la exposición.

¿Cómo proteger nuestros ojos del sol?

Existe otro riesgo para la salud que apenas tenemos en cuenta, y es el riesgo de quemaduras oculares. Y es que la exposición solar lesiona tanto la piel como nuestro órgano de la vista. La tradicional y continuada permanencia a la lumbre solar puede provocar quemaduras en nuestras corneas y a la larga, provocar cataratas (que puede sucumbir en ceguera), renitis, crecimiento anormal del tejido de la córnea, incluso cáncer de párpado.

Los párpados y la órbita ocular son, aunque no lo creamos, unas de las zonas más propensas para la aparición de cánceres de piel. De ellos, surgen el 10% del total de cánceres, según la asociación norteamericana Skin Cancer Foundation. Además, su incidencia se ha incrementado un 3% en los últimos años, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Debemos tener en cuenta que gran parte de estas enfermedades aparecen en un primer momento en forma de verruga o intrascendente bulto en los alrededores de los ojos, de forma que parecen benignas.

Por esa razón, es muy importante adoptar precauciones, ya no solo durante el verano, sino a lo largo de todo el año. La elección de unas buenas gafas de sol es muy importante en este aspecto, puesto que es la manera más sencilla de protegerse. Debemos asegurarnos de que estas cumplan los certificados de calidad correspondientes y posean protección UV 100%. No sirven las gafas de plástico o cristal oscurecidos que engañan a nuestros ojos y no los defienden contra los rayos solares. Además, es aconsejable que las gafas  sean cerradas por las sienes. También podemos servirnos de gorros y aplicarnos factor solar de protección alrededor de los ojos para evitar un contacto directo con el sol.

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