La alimentación y consiguiente evolución desde la gestación del feto hasta aproximadamente los dos años de vida del niño se revelan como clave en el desarrollo de hasta las tres generaciones siguientes del bebé, según los datos presentados por “Consortium on Health Orientate Reserach in Transitonial Societies (Cohorts)” en  el XX Congreso Internacional de Nutrición en Granada.

La mala alimentación es un problema generacional

El experimento que se presenta como único, puesto que ha albergado a una muestra de 7.000 personas de tres generaciones y se lleva realizando desde los años 60, tenía como objetivo la búsqueda y generación de estrategias para paliar el problema que azota cada vez con más dureza a los países desarrollados: el envejecimiento.

Los resultados sacan a la luz que el desarrollo de los bebés a lo largo de sus 1.000 primeros días es vital para su correcta evolución, para la de sus hijos, incluso para la de sus posibles nietos. Desde el embarazo se deben extremar las precauciones; la creencia de que hay que comer por dos en el embarazo se revela como un simple mito, y de hecho, perjudica al niño, puesto que el exceso de calorías expone al feto a una carencia de vitaminas. En países como la India, donde la lactancia no es de leche materna sino que procede de preparados, la obesidad abdominal afecta a un 40% de la población, y eso no es casualidad.

En general, un crecimiento lineal ayudará al  adulto en cuestión a mantener un peso adecuado mientras que un crecimiento demasiado rápido es la causa de un 30% de la obesidad adulta en la actualidad. Esta progresiva evolución también fomentará aspectos como el hecho de  adoptar una mayor estatura, desarrollar las capacidades sociales y mejorar el rendimiento académico.

Los niños se ven muy afectados por la mala alimentación

Pese a la importancia del desarrollo en esta etapa de la vida del bebé, toda su infancia se revela como susceptible para generar cambios de hábito y dietéticos que puedan modificar el estado y salud del niño. Por eso, el tipo, cantidad y forma de los alimentos que ingieren hasta la madurez se manifiestan como clave en la que los padres debemos ser capaces de tomar parte.

Los comedores escolares son cada vez más frecuentados por niños a los cuales sus padres no pueden atender en las horas de la comida por motivos laborales. En dichos centros especializados, se les proporcionan los nutrientes apropiados para su correcta evolución y se sigue de manera exhaustiva su regulación mediante el establecimiento de calendarios de comidas. Y es que si los familiares no son capaces de proporcionarle al niño una comida sana, debe acudirse a estos comedores antes que alimentar al pequeño mediante comida rápida o comida basura. Y es que, como han comprobado los científicos, una adecuada alimentación interviene de manera fundamental en el desarrollo cognitivo y neuronal de las personas y por tanto, en su proceso de aprendizaje.

A continuación, les dejamos un link con referencia a un interesante dossier elaborado por el Ministerio de Sanidad y Consumo. En él puede comprobar de manera detallada cuales son las aportaciones nutricionales que debe proporcionar a su hijo en las diferentes etapas de su crecimiento, los ritmos de alimentación así como trastornos alimenticios, entre otras recomendaciones. Esperemos que les sea de ayuda:

http://www.gencat.cat/salut/acsa/html/ca/dir3496/alimentacion_de_tus_ninos.pdf

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